
A veces resultaba extraordinario escucharlo contar historias, con entusiasmo y
alabanza, eran historias anecdóticas que el final desencadenaba en la carcajada,
pero no todos entendían, por que el relator sabia que no iban a comprenderla y las
direccionaba a algo fácil y gracioso, pero los que lo conocían sabia que sus relatos
no eran siempre los mismos, a veces agregaba algún condimento y se olvidaba de un
detalle menor, pero el eje era el mismo y siempre el grupo lo rodeaba en la confitería,
le pedían un Cinzano con soda y era cuestión de iniciar una historia larga con algunas
interrupciones, porque malograba involucrar a los participantes y estos en plena
historia componían debates sin finales, ilógicos e ilusorios; parecía que todo era
improvisado, que a veces eran historias con lenguaje simple y desordenadas, capaces
de entenderlas, porque los hombres que prestaban atención eran capaces de soportar
todo, desde la humillación entre líneas, la ironía y la broma burlesca, porque siempre
finalizaban en la risa incontenible y eso era una cuestión que no entendía, ¿como los
hombres soportan?
Los que conocíamos a este hombre, nos acontecía constantemente la incógnita de
su origen, quien era, de de donde venia, que hacia y como irradiaba la sabiduría
implícita derramándola entre los presentes y ellos con una predisposición absoluta a
su narracion. Ahora despierto en un cuarto estrecho con haz de luz ínfimo, de a poco
mis ojos se acostumbran a la oscuridad y siento la irrevocable molestia del suero en
mi brazo, encontrando ninguna posición y al sentirme desorientado, sin saber hora,
ni día, ni mes, hay una mejoría increíble después de agonizar y recordar que mis días
de plenitud no hay uno sin que pasara por el paraíso y el infierno, hasta el purgatorio,
todo en un mismo día, todos los días de mi vida y digo mía, porque creo haberla
vivido solo y no con otro, porque el mundo o el universo es demasiado grande, mas
bien, infinito para creerme egoísta y ser el único que vivió su vida solo, cuando las
probabilidades que de que exista otro que vive cuando duermo y otro que duerme
cuando vivo e infinitas concatenaciones de pagar las desgracias del otro yo cuando
soy inocente y el otro yo paga mis errores, no se si en forma justa o no, solo el Dios
lo sabe y conoce de mi y del otro y de las historias que cambiaba constantemente
influenciando y desencadenando consecuencias en los hombres que escuchaban y
ahora siento que la puerta de mi casi oscura habitación que desconozco, ese hombre
me viene a contar una historia.
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Drake Ramoray