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Por lógica, por desden, por orden cronológico de la vida, por una cuestión biológica

y anatómica, por el tiempo que vivió, le correspondía la muerte, no importa como,

simplemente le correspondía, en su hoja de vida esta escrito que tal día va a morir.

Hundido en un sillón de dos cuerpos de color negro pensaba en la muerte, de piernas

cruzadas y pendulando su pie con cierta ansiedad, diagramaba o imaginaba como

la muerte podía acecharlo y cuando menos lo espere le tira un jab a la mandíbula,

noqueándolo para siempre. Aquella habitación blanca sofocada por una brisa gruesa

de calor artificial, con ventanas de paño fijos y un espejo rectangular a la altura de la

cabeza y una luz tenue totalmente inútil, tapada por la entrada del sol, unos cuadros

que mostraban unos dibujos de unos gatos gordos, una mesa ratona llena de revistas

que nadie lee, provocaba un ambiente cómodo.

Como en un sueño, no logro descifrar como llego a pensar en la muerte mientras

acariciaba uno de los extremos del sillón negro, suspiraba y pensaba en cambiar el

pensamiento, tira la cabeza para atrás mira el techo y un ventilador de techo blanco,

sobre el techo blanco, tal era demasiado, pensó que tal vez tanto blanco lo llevo a

pensar en algo negro e idealizo a la muerte con ese color, seguía queriendo entender

de donde venia esa idea de pensar en la muerte, otra vez suspira, esta vez es por

ese calor artificial que le tapa la nariz, y siente la pesadez en los ojos, necesidad de

cerrarlos y el miedo de no abrirlos mas lo inquieto, se abre la puerta y su psicóloga lo

llama.

 

Drake Ramoray

 

Sala desespera

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