
La contemplaba serenamente, ella sabía de eso pero ignoraba todo o casi todo lo que provenía de él, sabía que siempre estaba al borde de la intensidad y nunca llegaba a cruzarla, la persuasión de el calmaba su ansiedad y quitaba parte de su incertidumbre.
Él las amaba a todas y no todas lo amaban a él, siempre estaba dispuesto, nunca decía que no, aunque este con una, siempre planificaba con otra y tal vez una no sabía de la existencia de otra y otra no de una, pero siempre o casi siempre se las arreglaba.
Él era perspicaz, siempre atento y demostraba seguridad, su aspecto físico no era envidiable, era más bien común sin sobresaltos estéticos, pero todas quería lo mismo; su fanatismo por the smiths era notable y mostraba orgulloso de eso, intentaba profesar un perfil bajo, pero era inevitable que se mantenga al margen, porque sin quererlo o queriéndolo su fama remachaba al desconocido, incluso entre ellos, el no generaba resentimientos, al contrario, quería ser como él o tener lo que todos quieren de él.
Pero solo en sueños, él era el que todas amaban y el que ellos resentían; solo en sueños acechaba la popularidad. Su ser se había desprendido, estaba más adelantado que él y se encargaba de hacerle cráteres en su camino, su ser dividido, el que iba más adelante, era el que daba vueltas por el universo a velocidades increíbles, era el que marcaba su destino, el que hacia marca de sus pasos, siempre lo perjudicaba, hablaba mal de él, su propio ser hundía a su ser, el ser terrenal, ese ser inocente, común, escondido entre los demás, aquel ser pasado desapercibido, aquel ser despojado de una vida llena de deseos, sus propios deseos, llenas de ellas que lo aman y de ellos que lo resienten. Cuando puede unirse a ese ser que le hace mal, cuando logra unificarse es todo hermoso, pero solo en sueños.
Drake Ramoray.