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En lugar de alguna provincia de este país, del mío, del tuyo o el de ninguno, había

un pueblo atormentado por la llanura, la llanura mas llana de todas la llanuras, la

planicie mas plana, la tierra mas chata, donde la meseta era agua y la montaña fuego,

donde las cosas eran inversas, donde los que habitaban eran inmortales sin saber

que lo eran, no habían conocido nunca la muerte, no habían escuchado jamás de esa

palabra aterradora, solo las cosas materiales funcionaban por un tiempo y después

se desechaban, pero es incomparable, la muerte era terreno virgen e inhabitable,

jamás conocieron un mortal, entonces era algo increíble realmente; como eran eternos

también perdían noción del tiempo, por alguna cuestión inimaginable, perdieron

contacto con el mundo exterior, alguien cambio la ficha, cambio los fusibles que hagan

de contacto con el exterior, sin embargo no funcionaba dicho mecanismo, era como

la muerte, algo netamente desconocido, sumergidos en algo que podía ser estables o

no, no lo sabían con certeza y tampoco le interesaba, solo sopesaban el día y la noche

como podían, pero no era algo que les costase, solo estaban presentes, si se puede decir

presente, pirque sus sombras no se reflejaban y su respiración era muda.

Por equivocación, por error o por alguien que maniobro mal la batuta, aterrizó en el

pueblo de los inmortales un humano, emancipado de la sociedad, sin tener la minina

noción, llego hasta ahí, nunca supo si fue desde arriba o desde abajo aquel aterrizaje,

solo se estampó para siempre allí y el para siempre con fecha de vencimiento, eran

un mortal entre los inmortales, era un no convencional, un verdadero extraño, un

verdadero forastero irrumpiendo la línea imaginaria y transversal del ese lugar, tan

plano y llano, conformado a la perfección de los típicos pueblos del sur, pero nunca

se supo de que sur, tampoco se supo si éxito un norte, pero el lugar ocupaba un lugar

en el espacio, solo que eran lo que eran, unos malditos o benditos inmortales. Aquel

emancipado y mortal hombre aprendió la convivencia prácticamente similar a la de

su sociedad, sólo que sin noción temporal, el cosmos como eje, como nada o como

todo; pero un día el mortal termino su ciclo, el viaje llego a su fin y murió, conocieron

la muerte y notaron la belleza del enigma indescifrable, del aquel hombre muerto o

suspendido de la vida, todos quisieron morir, pero nunca pudieron.

 

Drake Ramoray.

Un mundo en el lugar

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