Entre la muchedumbre que abundaba por el centro, no visualizaba nada, solo caminaba esquivando gente, cuando le parecio  que había perdido algo, o tuvo esa sensación cuando algo se cae, pero tenía todo lo esencial, las llaves, la billetera y el teléfono; por un momento se desesperó y en un instante que duro lo mismo que su preocupación se recuperó; basto un par de pasos para seguir viendo nada, pero cada paso que daba sentía que ya lo había dado, no quería preocuparse.

En los días venideros, esa sensación de haber vivido las cosas con anterioridad, comenzaron a acentuarse, sintió que ya se había bañado, que había estado con su mujer, que había visto a sus hijos, que había hecho lo que estaba por hacer; sintió que había tomado las decisiones que tomo y que pensaba lo mismo que piensa con respecto a que vivir con las decisiones es la parte más difícil.

Cuando caminaba al trabajo, sabia con lo que iba a encontrarse, lo fino que pasan los colectivos a las veredas, los obreros ingresando a la obra en motos, los mozos sirviendo los primeros desayunos, los negocios abriendo sus cortinas metálicas ruidosas, hasta incluso tuvo la sensación de verse y asombrarse, como si fuese desconocido, realmente lo preocupo.

Los espejos no reflejaban su imagen cuando se miraba, las sombras no lo seguían, caminaba mas rápido, vio su sangre correr por sus venas, vio el universo, esa conjunción de cosas espaciosas, tremendamente enorme, infinito y le encanto. Le inspiro tranquilidad esa infinidad y comprendió las limitaciones, otra vez se preocupó y volvió a sí mismo.

Otro día, de los siguientes, de los cualquiera  que miran para el costado, porque son horribles o malos, entendió que había un paralelismo y lo alegro, otra vez lo vidrios no sentían su presencia, el silencio fue profundo y casi agotable, vio el escrupuloso mar azul, vio las gigantes montañas, se vio sentado, pensando, ido y feliz, con aspecto de libertad, pero se preocupó y volvió.

 

Drake Ramoray.