top of page

Todos los días al caer la tarde, con un té en la mano suministraba cuidadosamente aquellas ideas que primero fueron visiones, pero fueron visiones antes del pensamiento, antes de razonar lo que veía, veía desde el corazón, de la desarticulación humana, desde el crudo; el trayecto de esa visión no lo recordaba completamente porque lo analizo y ahí perdió el encanto de la primera impresión, no fue amor a primera vista ni vista a primer amor, fue ver, solamente ver, como ve Dios.

Pues un jueves discontinuo, un día cualquiera en la agenda, después de confesarse como todos los días, porque  la muerte no avisa y quería morir libre de pecado, vio en la parada de colectivo un hombre que lo impacto, no por su belleza sino por su mirada angustiante, aquellos ojos irradiaban una luz única, como si los rayos fuesen una cualidad del sol, solo del sol y se generó la ilusión, la fantasía abrumo su mente, pues esperaba que la felicidad no fuese su estado permanente, seria aburrido y egoísta, aun así ansiaba ingenuamente , porque  sabía que no iba a suceder, era utópica la idea de ser feliz, al menos unos minutos todos los días, pero en ese momento sintió algo parecido y hasta dudo en acercársele y él lo vio, se vieron;  hizo un paso y acelero y pensó en apelar a la retórica para saber el ánimo del otro fingiendo interés, pero los ánimos son inestables, por ende las respuestas van a ser variables, aunque tardo en entender eso, cayo en la cuenta que todas las formas de generar interés por los demás era totalmente en vano y fue un efecto domino . Fue ese instante en que descubrió la belleza del silencio y el deseo de aislarse, de ir y venir, empezó a sentir un leve contacto con su subconsciente, quería darle la mano a su otro yo para que lo lleve a pasear por los lugares que nunca fue, que nunca existieron, a tocar la llama del fuego mágico, a frotar las nubes espesas y a meterse en los arrecifes y crear un mundo paralelo sin igual, a besar las estrellas y culminar levitando en la pradera verde y ser invisible; estuvo a un paso del umbral de la puerta abierta de par en par, esa puerta que no se animó a cruzar para seguir viviendo. Se embadurnaron de alquitrán, soñaba con encender el amor  y tener la llama eterna y quemarse abrazados.

La fantasía lo hizo delinquir hasta el delirio y un final trágico como su condición de total valentía, aquel hombre abordo el colectivo que esperaba. Desde aquel episodio, no supo cómo  pensar, si fijar la vista en un punto cercano, en un punto lejano o en un punto medio, radicalizo su vida , dudaba en como pensar, dudaba del tiempo y del Dios al que le confesaba sus pecados a diario, dudaba del pensamiento que podía finito o infinito, no se poseía de eso y no dejaba que nadie lo haga, no supo liberarse, aun sabiendo que la libertad  no es libre, no consiguió nunca alcanzar a su otro yo; ese jueves cualquiera fue la tijera que corto el cable que conectaba  su pensamiento de su corazón, de ahí en más la contradicción fue su modo de vivir.

 

Drake Ramoray

Un jueves cualquiera

© 2023 by WRITERS INC. Proudly created with Wix.com

  • facebook-square
  • Twitter Square
bottom of page