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Luego de un almuerzo estilo desayuno y decidió hundirse en su cama, dejando

platos sin lavar y pisos sin barrer, esta era  una excepionante excepción, nunca dejaba las cosas para después, se prometió hacerlas cuando se levante; se dirigió hacia la habitación  y se recostó sobre su cama marinera encima de una colcha aterciopelada rosa un poco gastada, dejo sus anteojos sobre la mesa de luz y rememoro entre labios una frase de una canción que venia haciendo eco en su mente estos días, cerro los ojos, volvió a abrir los ojos, recordó que tal vez la puerta no tenía llave, esa duda fue desencadenante por que le quito un poco el sueño, somnolienta se levanta descalza y se dirige a la puerta, que estaba cerrada con llave y doble vuelta, vuelve, se acuesta de nuevo, pone sus piernas sobre un almohadón, para que el flujo sanguíneo que corre por sus venas, fluya mas fuerte, si es que era sangre lo que corría y era bombeada por su corazón a prueba  de roturas y torturas; se mojo los labios y cerro los ojos otra vez y comenzó a girar, luego de unos minutos que parecieron horas, miro el techo y vio un punto y ese punto comenzó a dilatarse y a destilar una luz plateada que fue abundando la habitación que apenas era alumbrada por pequeños rayos que penetraba las persiana, esos que hacen visualizar los pelitos del aire; el punto se convirtió en un agujero y el infinito se dejo ver, las agujas comenzaron a girar hacia atrás y vio los besos y caricias

que dio, los besos y caricias que recibió, vio los cuerpos que toco, vio los hombres que no beso, vio sus deseos enfilar como ovejas al corral, vio los lugares que conoció, los mares que nunca nado, las montañas que nunca escalo; vio sus amores desvanecerse como arena del desierto, vio su familia resurgir como hormigas de la tierra, vio la delicada felicidad y la tormentosa tristeza; vio sus hijos como luces lejanas, vio las horas refrendar sus errores, vio los días besar sus virtudes, se vio acostada sobre la cama marinera con colcha aterciopelada rosa gastada, vio estrellas redondeadas, vio la sonrisa del sol y este la atrapo con su lengua, vio volverse sobre sus pasos, revolcarse en la nostalgia, vio enfundarse un millón de besos en su bolsillo, se vio correr lentamente sobre una calle eterna repleta de edificios a los costados, vio el retroceso del progreso, vio el jugo de la lunas, vio los pájaros aullar, vio los últimos forajidos del amor, vio los últimos sirvientes del odio y los eslavos de la venganza, vio una caravana de miradas perdidas, vio su vida pasar.

Una larga siesta

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